A partir de los 90, a medida que se filtra en la sociedad el fundamentalismo islámico y recrudece la violencia sectaria, más y más mujeres viven con miedo de ser violadas o secuestradas. Reciben amenazas de muerte dependiendo del clan al que pertenecen o simplemente debido a su profesión. Son acosadas por no regirse por el código de vestimenta, que les exige cubrirse el cabello y a usar túnicas negras de la cabeza a los pies, y obligadas a dejar sus trabajos. A pesar de que muchas de ellas son médicos, ingenieras o artistas.
Los hombres que matan a sus parientes mujeres por defender el honor de la familia, reciben penas menores si justifican sus motivos. Según la ONU, en 2001 unas 4 mil mujeres y niñas fueron víctimas por agraviar a su linaje.
El conflicto interno, que actualmente reina en el país desde la invasión estadounidense en 2003 que derrocó a Hussein, afecta directamente a las mujeres: Los desplazamientos, asesinatos, secuestros, y violaciones han creado una atmósfera de terror y ansiedad.
Aprovechándose de la vulnerabilidad social, la jihad (Guerra Santa) comenzó desde hace un tiempo a reclutar mujeres iraquíes para sus actos terroristas. Según el grupo "Monitor of Constitutional Freedom and Bill of Rights", con sede en Bagdad, se ha incrementado el fenómeno de mujeres y niños que protagonizan atentados suicidas.
¿Por que lo hacen? Las motivaciones del suicidio no son tan incongruentes con la realidad que viven: el deseo de mejorar la condición de la mujer en la sociedad, desafiando así a quienes las consideran débiles; la promesa del paraíso o la necesidad de restaurar su honor por una transgresión a la rígida moral sexual.
La coyuntura política las convirtió en víctimas y victimarias sin discriminar inocentes.